La habitación de nuestros hijos es mucho más que un dormitorio. Es un espacio propio y personal que los va a acompañar en su crecimiento a lo largo de los años aportándoles seguridad, bienestar y confianza. Podríamos decir que es como una casa que sienten muy suya dentro de la casa familiar y sus espacios compartidos. Por eso es tan importante hacer de ese lugar tan especial para ellos, un auténtico refugio en el que sentirse a gusto, felices y confiados. Uno de los aspectos a mimar son los colores que vais a elegir. No es solo una cuestión estética, sino también emocional, ya que van a influir mucho en su estado de ánimo, su concentración y su creatividad. Haz del color su aliado, y apóyate en él para diseñar un ambiente que, dependiendo del momento del día, les inspire, les motive, les divierta y -por supuesto- les relaje.
A la hora de decorar un dormitorio juvenil, es fundamental pensar, en primer lugar, en el efecto que queremos conseguir. En general, los colores neutros como el blanco, el beige o el gris claro son una base excelente: aportan equilibrio, luminosidad y permiten jugar con otros tonos más atrevidos para el resto de los elementos sin riesgo de recargar el ambiente. Pero todo depende de lo que queramos:
- Si buscamos añadir energía y personalidad a la estancia, los colores vivos como el azul, el verde, el coral, el amarillo mostaza o el terracota son aliados perfectos. Estos tonos estimulan la creatividad y dan carácter al espacio, especialmente si se aplican en detalles como muebles, textiles o una pared destacada.
- Si, por el contrario, el objetivo es fomentar la calma y la concentración, los tonos pastel como el menta, lavanda o rosa palo son ideales. Su suavidad transmite serenidad y armonía, creando un entorno propicio para el estudio y el descanso. En la elección va a influir la propia personalidad de tus hijos. Si son tranquilos, atrévete con colores energizantes. Si son nerviosos, mejor que predominen los neutros o pasteles.
La clave está en equilibrar. Una fórmula eficaz es optar por paredes neutras y añadir muebles de color, como una estantería verde oliva o una cama mostaza. También se puede invertir la propuesta: muebles de tonos neutros y colorear las paredes y los textiles -ropa de cama, cortinas y alfombras-. Diferenciar una de las paredes con un color intenso o un papel pintado divertido o atrevido suele dar muy buen resultado.
No olvides que los textiles son grandes aliados para introducir color sin saturar el espacio. Cojines, alfombras y ropa de cama permiten jugar con diferentes tonos y texturas. Eso sí, es recomendable mantener una paleta de tres colores como máximo para lograr coherencia visual y evitar el caos cromático. También funciona muy bien combinar los tonos elegidos con materiales cálidos como la madera clara o las fibras naturales. Darán un toque añadido de confort y estilo.
Un último consejo: aprovecha al máximo la luz natural. Es esencial para potenciar los colores y dar vida al dormitorio. Y, por supuesto, elige con tus hijos los detalles personales: cuadros, vinilos o elementos DIY ( hazlo tú mismo) que reflejen sus gustos y conviertan el dormitorio en un espacio único.
En Muebles La Factoría entendemos que cada dormitorio juvenil debe encontrar su propio equilibrio: transmitir energía, facilitar el descanso y conseguir un estilo propio. Por eso, ofrecemos muebles modulares, versátiles y con colores modernos que se adaptan a cada personalidad y necesidad. Porque decorar es también acompañar el crecimiento. Acércate a tu establecimiento de La Factoría más cercano y te ayudamos a conseguirlo.

